La salsa bechamel es una de las elaboraciones básicas de cocina, necesaria para cientos de recetas, de nuestras queridas croquetas a los no menos exquisitos canelones.
Aunque no es una elaboración tan difícil como piensan los primerizos en cocina –muchos de los cuáles optan por su versión envasada– lo cierto es que hay que tener experiencia para cocinar una bechamel fina, sin grumos. Siempre, claro, que no sigamos el siguiente procedimiento.
Esta receta de bechamel es la que usa siempre mi suegra, oriunda de Francia, y es la que ha trasmitio a sus hijos, que no conciben hacerla de otra forma. Cuando conocí el procedimiento me pareció que no podía salir igual de buena, pero lo cierto es que queda exactamente igual, sino mejor, y es mucho más fácil de hacer.
Este es el secreto, y las proporciones de ingredientes que utilizan en mi familia política que, os aseguro, no fallan. Por supuesto, si queréis hacer más cantidad, solo tenéis que multiplicar estas.
Ingredientes: 250 ml de leche, 1 cucharada colmada de harina, una nuez de mantequilla (unos 10 g), una pizca de sal, nuez moscada y pimienta negra al gusto.
Elaboración: El secreto de esta bechamel reside, sencillamente, en vertir todos los ingredientes de la bechamel en frío. Sin miedo, vamos echando todos los ingredientes bien medidos en una cazuela o sarten. Cuando esté todo encendemos el fuego a potencia media y removemos constantemente con unas varillas. Poco a poco la mezcla empezará a coger temperatura. En unos cinco minutos, sin parar de remover, la bechamel tendrá la consistencia perfecta, y ni uno solo grumo. No hay más complicaciones.
Con qué usar la salsa bechamel
Esta salsa bechamel es indistinguible de la elaborada con el método convencional, y se puede usar para las mismas cosas que esta: gratinar verduras como el brócoli, hacer una pechuga a la Villaroy, un sándwich croque-monsieur o cualquier otra receta con esta universal salsa de la cocina francesa.
Fuente: Directoalpaladar